Los mercados bursátiles se han visto sacudidos por la volatilidad y aumenta la incertidumbre para las empresas implicadas en las cadenas de suministro mundiales tras el anuncio de importantes aranceles por parte del Gobierno estadounidense. La Unión Europea se enfrentará a partir de ahora a un arancel del 20% sobre sus exportaciones a Estados Unidos. Se aplicarán aranceles más elevados a China (34%), Japón (24%) e India (26%), entre otros países.
El Reino Unido, Brasil, Australia y Turquía se enfrentarán a la tasa arancelaria más baja del 10%, mientras que Canadá y México han sido excluidos para los bienes que cumplen con el tratado USMCA. Pero mientras los exportadores se preparan para el golpe, la medida de choque de Washington podría no significar dificultades económicas para los consumidores, publicó Euronews.
De hecho, podría abaratar los productos nacionales, al menos a corto plazo. En el centro de la cuestión está el prolongado superávit comercial de Europa con Estados Unidos. Según la Comisión Europea, la Unión Europea exportó 503.800 millones de euros en bienes a Estados Unidos en 2023 e importó 347.200 millones de euros, lo que arroja un superávit comercial de 156.600 millones de euros.
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El panorama cambia cuando se trata de servicios: Europa importó 427.300 millones de euros y exportó 318.700 millones. Gran parte de las importaciones de servicios están vinculadas a los gigantes tecnológicos estadounidenses. Aun así, la UE mantiene un superávit comercial global positivo con Estados Unidos.
Este telón de fondo es importante. Si EE.UU. impone un arancel general del 20% a los productos de la UE, el impacto recaerá desproporcionadamente en los exportadores europeos. En igualdad de condiciones, los productos europeos acaban de encarecerse un 20% en uno de sus mercados más importantes, con el consiguiente riesgo de pérdida de competitividad.
Una rueda de Parmigiano Reggiano italiano o una botella de vino francés, por ejemplo, tendrán de repente un sobreprecio del 20% para los consumidores estadounidenses. Los automóviles europeos, en particular, podrían verse muy afectados. Con unos aranceles sobre los automóviles que ya alcanzan el 25%, el 20% adicional podría restarles competitividad y dejarlos fuera de los concesionarios estadounidenses.
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